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Nocera, Eduardo
Columnista MTH

Andresito y el movimiento federal

30 Nov. 2017 19:06 Andresito Guacurarí
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Escultura de Andresito

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Opinión de Eduardo Nocera

Como expresión de la Banda Oriental, José Artigas levantó un programa de confederación y fundó el movimiento popular del federalismo rioplatense, que se extendió por el interior de las Provincias Unidas. Es por esto que en el ciclo histórico 1811-1820 el mayor protagonista es el artiguismo, mucho más que la figura de Artigas. Ese artiguismo fue un populismo de clases populares que supo reflejar la articulación –rica y compleja, por momentos tensa, casi siempre desigual– entre caudillo y lugartenientes y caudillejos y clases subalternas empobrecidas o precarizadas; carcomidas por la vida en la colonia española y luego diezmadas por la guerra de la independencia: aquellas tropas de baqueanos, vaqueros, changadores, gauchos, paisanos, indios y negros libertos y pobres y valientes mujeresque el Jefe de los Orientales lideró; estaría claro que el populismo de Artigas es de tipo personalista; y que ese artiguismo trajo consigo una gran polarización y una perturbadora pregunta fundamental: ¿qué tipo de hegemonía estaba construyendo Artigas cuando su derrota? La respuesta a esta fórmula hay que encontrarla en el programa artiguista y en la tremenda disputa, que a nivel continental, se da por la propiedad de los puertos, los regímenes arancelarios y la tenencia de la tierra. Desde esta perspectiva, el artiguismo fue una expresión radical de la re­volución, apoyada en la movilización de las milicias montoneras; ello e­qui­va­lía al al­zamiento de los pro­duc­tores di­rec­tos, los estratos su­bor­dina­dos y algunos gru­pos más o me­nos margi­nales frente al po­der de las eli­tes que anteponían sus inte­re­ses materiales y su propia representatividad política al proyecto independentista proclama­do como causa común. Cuando Buenos Aires gobierna por sí y para sí,Artigas convocará a los “in­dios bra­vos” como custodios de La Redota de los Pueblos Libres. Aquellos hos­ti­liza­ron –junto a 500 blan­dengues– la invasión de los portu­gueses a Belén en diciembre de 1811, e incluso reforza­ron las formacio­nes de com­ba­te fron­tal. Luego, Artigas incluyó a los indios en su “sistema”. Eran los hijos de su tierra.En sus ins­trucciones para que “se gobiernen por sí” eligiendo sus pro­pios ad­ministrado­res, asentaba al Gobernador de Corrientes José De Silvaque “ellos tienen el principal derecho y que sería una degradación vergonzosa para nosotros mantenerlos en aquella exclusión que hasta hoy han padecido por ser indianos”. La conducción de Ar­tigas se mantuvo localizada en el ámbito rural. En 1815, se situó en el campamento Villa dePurificación, cerca de las tribus indígenas y los negros fugados de la esclavitud. Desde allí, Artigas constituyó, obligado, una candente línea divisoria con los portugueses, empleando con éxi­to partidas guerrilleras compuestas por criollos, mestizos, indígenas y afrodescendientes. Estas acciones ad­quirieron connotacio­nes de lu­cha so­cial. Artigas lo ejemplifica con una carta al Cabildo de Corrientes, desde el Cuartel de Paraná, fechada el 9 de Abril de 1815: “No hay que in­vertir el orden de la justi­cia; (hay que)mirar por los in­feli­ces y no de­samparar­los sin más deli­to que su mise­ria (…) ol­vide­mos esa mal­dita cos­tum­bre que los engrandecimien­tos nacen de la cuna”.

Como el caso del cacique calchaquí Juan Chelemín y el araucano Lautaro en Chile,An­dré­s Guacurarí y Artigas, un semidesconocido para la historia oficial que se enseña en Buenos Aires hasta nuestros días, fue un héroe de masas populares que revolucionó su tiempo histórico. En su caso, como el más fiel intérprete de los ideales del artiguismo con el objetivo de alcanzar los sueños que su pueblo guaraní-misioneroen un área dis­putada por portugueses (del brigadier Chagas y del conde de Abreu, que lo invadían todo en busca de esclavos para las plantaciones), para­guayos (del Dr. Francia –alentado el Supremo a avanzar a la región por Nicolás Herrera, secretario del Director Supremo Alvear–) y rio­platenses (unitarios), luego de décadas de decadencia, explotación y fragmentación de ese rico espacio geográfico después de la expulsión de los jesuitas (1768). Estos indios cris­tia­nizados, que llamaron a José Artigas “Karaí Guazú” (Gran Señor), defendieron la revolución federalista artiguista aportando un gran caudal de hombres que participaron hasta los últimos combates de 1820. En consonancia con la visión de Artigas, gracias a la fuerza de infantería y caballería de los guaraníes conducidos por Andresito, los cabildos indios misioneros volvieron a funcionar y se encargaron de administrar las estancias y yerbales y comerciar con las demás provincias. Pero la incipiente organización que se estaba logrando en la histórica provincia fue interrumpida por otra invasión portuguesa. Andresito tuvo que volver a luchar para reconquistar los Siete Pueblos misioneros orientales; con ese propósito instaló su campamento en Itaquí y en el Paraje de la Cruz enfrentó a los luso-brasileños, que tenían su  acantonamiento en San Borja. Andresito triunfó e hizo conocer sus intenciones a los siete pueblos: “He puesto mi ejército delante de los Portugueses sin recelo alguno… sólo con el fin de dejar a los Pueblos en el pleno goce de sus derechos, esto es para que cada Pueblo se gobierne por sí, sin que ningún otro Español, Portugués o cualquiera de otra provincia se atreva a gobernar”. Se estima que, luego de la proclama, unos 2.500 guaraníes se sumaron a las filas libertarias del general Andresito, cruzaron el río Uruguay y sitiaron San Borja el 21 de septiembre de 1816. Más los luso-brasileños, que llamaban al caudillo federal Artiguinhas o Andrés Tacuarí, los derrotaron y los obligaron a repasar el río. Un año después, incendiaron los pueblos de Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé, Santa María y Mártires. Pero los ejércitos de Andresito los derrotaron en Apóstoles y San Carlos. Andresito instaló su cuartel en Tranquera de Loreto y vigiló los movimientos de paraguayos y portugueses. Un golpe de estado del capitán José Vedoya, que respondía a Buenos Aires, volteó al gobierno federal de Corrientes de Juan Bautista Méndez. Artigas ordenó a Andresito restablecer la autoridad, y este  marchó con un millar de hom­bres, tomó la capi­tal, re­puso a Mén­dez y desem­peñó la gober­na­ción militar duran­te siete me­ses, debiendo resolver el enfrentamiento entre el patriciado y las masas rurales guaraníes. Los correntinos ricos estaban acostumbrados desde la colonia a “encomiendas” de indios a los que trataban como esclavos. Andresito los liberó y les repartió tierras, consecuente con el propósito de Artigas: Pueblos Libres, Federalismo y Revolución.

Andresito, entonces, vale reafirmarlo con motivo de un nuevo aniversario de su nacimiento, fue un garante en el Litoral de ­los dere­chos de re­pre­sen­ta­ción de los indi­vi­duos y de las regio­nes, todos en pie de igual­dad, consolidando la proyección regional del artiguismo.  

 

Por Eduardo Nocera, especial para MTH.

Profesor de Historia Regional Argentina UNA (Universidad Nacional de las Artes)

Profesor de Historia Argentina UNLaM (Universidad Nacional de la Matanza)

Autor, entre otros, de QUIÉN ES ARTIGAS, VIAJANDO TRAS SUS PASOS, TOMOS 1 Y 2, Ediciones del Instituto Dr. Arturo Jauretche Profesorado de Historia, Merlo, Provincia de Bs. As., 2015/2016.

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