El mensaje del indio arquitecto
Columna de Norberto Levinton
El pueblo de Santa María la Mayor fue fundado en 1626 y tuvo tres traslados. En su ubicación definitiva se produjo el incendio de la iglesia, causado por un rayo. Esto sucedió durante el año 1735, según el historiador Pedro Lozano, autor de las anuas que ha traducido Leonhardt, y en 1745, según el funcionario Zabala, de la etapa pos jesuítica. Por eso se conformó una de las alas del colegio para utilizarla como iglesia provisoria.
En 1747 -por eso pensó Zabala que el incendio había sido tan próximo- se estaban juntando piedras y maderas para construir la iglesia. La orden del padre Nussdorfer incluía que se dispusiera a tal efecto una boyada [par de bueyes], seguramente para el traslado de los materiales. Nos referimos a troncos de grandes árboles para horcones o de piedras adecuadas para ser talladas.
El cura del pueblo pidió que le enviaran a algún especialista en construcciones. Fue designado el hermano coadjutor Joseph Grimau, que tenía antecedentes de pintor. Evidentemente tenía algún manejo del tema arquitectónico. La formación de un trabajador de arte incluía la conciencia del espacio y las técnicas para la representación. Lamentablemente este hombre sumó varios antecedentes de estar escasamente armónico con la vida. Entre ellos fue el responsable del primer derrumbe de la bóveda de la iglesia del pueblo de Trinidad. En su paso por Santa María la Mayor algo sucedió y la construcción no se realizó.
La expulsión de los sacerdotes de la Compañía de Jesús en 1768 es sabido que impactó en el proceso de evolución de los pueblos. Pero en el caso de Santa María la Mayor hubo otros temas. Hasta ese momento el padre Ignacio Cierhaim había logrado mantener cierta paz y sosiego. Pero el pueblo tenía problemas sociales, la problemática se expresó en las divisiones entre las parcialidades. Esto habría de repercutir en la imposibilidad de construir un nuevo templo.
En 1779 las autoridades del pueblo, corregidor y cabildo, solicitaron autorización para construir la iglesia. En una carta del Teniente de Gobernador Juan Valiente al Virrey Vértiz se señala que “hay un maestro indio del mismo pueblo y muy hábil para el asunto pues este ha sido discípulo del padre Joseph Grimau que era un insigne arquitecto y tenía ya los cimientos abiertos y por discordias que tuvo dicho padre Grimau con el padre Toledo dejó de hacer la iglesia y tapó los cimientos, pero este maestro sabe dónde están y diré que los más están hechos de piedra por lo que ya tienen mucho adelantado”. Menciona que había madera depositada. Pero el Administrador General de Misiones, Lazcano, advirtió que “en la expresada obra se han de emplear muchos Indios y que estos no podrán adquirir con su trabajo bienes algunos con que alimentar a sí mismos ni a sus familias”. Destacó que “el expresado pueblo [estaba] bien diminuto de familias”. Por todo eso en ese momento tampoco se hizo nada importante.
“Este pueblo se haya sin iglesia”, dice el administrador Ruano en 1785. Pide 4 indios de cada pueblo por dos años para edificarla. No hubo caso.
En 1786 la iglesia provisional amenazaba ruina. “Urge sin espera la reparación de la iglesia provisional”, le dice el administrador del pueblo al teniente de Gobernador Gonzalo de Doblas. Y agrega: “los días de viento o lluvia recela el Reverendo Padre Cura el abrir la puerta para que entre la gente temiendo no se arruine y los coja a todos”.
Francisco Bruno de Zabala, en 1788, describe a la iglesia como pequeña y que está colocada en el segundo patio. Es decir que no se construyó nada. El mismo explica que “este pueblo es de corto vecindario [y] tiene por ahora suficiente iglesia”. Recomienda que cuando aumente la población será preciso construir la iglesia “en el sitio de la antigua de suerte que el pórtico mire a la plaza como están los de las demás iglesias”.
En 1791 se mencionaba de la iglesia que está en mediano estado, de la sacristía que había que retecharla y de la torre de madera que estaba junto a la portería que había que componerla. La mencionada torre estaba separada del edificio de la iglesia.
La cuestión es que el pueblo de Santa María la Mayor se convirtió, con el paso del tiempo, en una ruina arqueológica sin iglesia. ¿Cuál fue el mensaje que nos dejó el Maestro de Obras o Arquitecto Indio? Desde nuestro punto de vista es recuperar las fundaciones en piedra de la nueva iglesia que se estaba construyendo, por lo que se impone una campaña arqueológica.
Norberto Levinton, especial para MTH