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Fernández Long, Pablo
Columnista MTH

Concentración, marcha y represión

6 Feb. 2024 09:40 General
Producción MAM
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MAM, movilización de 1971

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El MAM en Oberá, Posadas y Candelaria

En la asamblea del 28 de agosto de 1971 se programó una concentración para el 8 de septiembre, frente a la Cooperativa Agrícola de Oberá, justo el día del Agricultor. Eso era todo un desafío porque una cosa era ir a una reunión, pero otra cosa bien distinta era subirse a un camión e ir a una manifestación.

“Y llegó el 8 de septiembre”, recuerda Juan Carlos Berent. “La noche anterior yo no podía dormir por los nervios y por la ansiedad. Amanecí tomando mate, y las horas no pasaban nunca. A eso de las nueve y media empezaron a llegar camiones y ahí me tranquilicé un poco, porque estaba viendo el fruto de tanto esfuerzo. Más de un año trabajando para eso, y ahora ver la gente que llegaba y llegaba. ¡Qué felicidad! camión que llegaba yo estaba ahí con ellos y más grande fue mi alegría cuando vi a la gente de Alberdi y entre ellos a mi mamá, hasta ahora me emociono al contar eso”...

Se atravesó un camión al costado de la Cooperativa Limitada de Oberá, sobre la calle Buenos Aires. Quedó un escenario perfecto, el acto lo coordinaba J. C. Urbanis. Lo abrió monseñor Jorge Kemerer quién dio la bienvenida a todos y dio el marco necesario para el acto, porque muchos temían que algo pasara. Los enemigos del MAM habían hecho mucha propaganda en contra.

Los oradores agricultores fueron muchos, entre ellos Juan Carlos Berent que dijo algo que quedó grabado en mucha gente: “Es hora que el agro no esté más en manos de pocos terratenientes que explotaban a los colonos. Mientras el colono trabaja de sol a sol y siempre está igual económicamente, y a veces peor, cuatro o cinco explotadores se llenan los bolsillos con la plata que nos roban”.

Otros tres oradores también llamaron la atención y fueron el comentario después. Cecilia Feltan, que empezó leyendo su discurso, pero en un momento tiró el papel que leía y se puso a hablar diciendo lo que le salía y fue uno de los discursos más aplaudidos junto al de Pedro Peczak, que también levantó el ánimo a los agricultores.

El otro fue Emilio Neundorf, de Dos de Mayo. En su discurso decía que el colono llegó al extremo de no tener ropa para vestirse y que de las bolsas de sal, se hacían camisas. En la espalda tenía la inscripción “Dos Anclas”, una conocida marca de sal, así que en vez de llamarlo por su nombre, lo llamaban Dos Anclas.

“Nuestra primera concentración fue un éxito total”, continúa Juan Carlos, “teníamos mucho apoyo de comercios, iglesias, profesionales, cooperativas etc., y los colonos se iban dando cuenta de la fuerza que tendrían al estar unidos y organizados”.

En esa concentración se elaboró un petitorio que se envió al Gobierno, que nunca contestó. Entonces se programó una concentración en Posadas, para el 20 de octubre. Se pidió autorización al Gobierno, porque hay que recordar que mandaban los milicos. Pero no la autorizó. El MAM decidió marchar igual a Posadas, ¡con o sin autorización!

“Días antes de la marcha a Posadas, los responsables de zonas estábamos en las colonias, organizando, y la noche del 19 de octubre nos quedamos a dormir en la colonia para venir junto con la gente”, dice Berent. “Al otro día, en camión, viajamos hacia Posadas. El lugar de pre concentración era Candelaria, para de ahí marchar en caravana hacia Posadas”.

“En Candelaria nos estaban esperando los milicos para no dejarnos pasar. Esperamos que llegaran todos los responsables de zonas con su gente para decidir qué hacer”.

Allí se reunió la Comisión Coordinadora Central, CCC, y a pedido del ministro de Gobierno, Dionisio Álvarez, los dirigentes del MAM hablaron con él. Les sugirió volver a las colonias, porque tenían orden de no dejarlos pasar.

“Nosotros dudamos. El que no dudó fue nuestro asesor, el padre José Czerepak, que nos dijo: “Que se vayan a la puta estos milicos, vamos a Posadas”. Así que la orden fue subirse a los camiones y avanzar. Yo tenía el megáfono y recorría la caravana trasmitiendo la orden. La mayoría de la CCC nos subimos al jeep de Fernando Clade y marchamos a la cabeza de los más de 5.000 agricultores en toda clase de vehículos, la mayoría camiones”.

“No habíamos avanzado ni un kilómetro cuando empezó la represión, la primera bombita de gas cayó en la goma delantera de nuestro jeep y ahí vimos el despliegue militar que había. Tenían hasta FAP (fusiles ametralladora pesados). Nos cortaron el avance, pero a la gente no se la podía contener. Megáfono en mano armamos tres cordones consecutivos para frenar a la gente, pero hubo quienes cruzaron el alambrado y querían ir a campo traviesa, hasta que logramos que volvieran. Lo que más dificultaba eran los gases lacrimógenos, pero teníamos el viento a favor y así los milicos, con el viento en contra, probaron de su propia medicina y lagrimearon y tosieron un rato”.

Al no poder avanzar, la CCC decidió atravesar un camión en la ruta para usar de palco y ahí se hizo el acto. Ese acto lo coordinó Berent, y entre los oradores sobresalió Pedro Peczak. Por el carisma que tenía y por cómo decía las cosas, se notaba que la gente lo escuchaba con mucha atención.

Pedro hablaba con un convencimiento que contagiaba. No importa si estaba sobre una tribuna, sentado en la cocina de un colono, o en el despacho del gobernador de la provincia. Es una gran pérdida no haber registrado sus palabras, pero en los editoriales del Amanecer Agrario encontramos sus palabras cargadas de compromiso y convicción profunda. En el primer número de Amanecer Agrario, por ejemplo, decía refiriéndose a las tribunas levantadas en Oberá y Candelaria: “¿Para qué levantar esas tribunas? Para gritar al viento nuestras verdades, para decirle a nuestros compañeros que no estamos solos, unidos venceremos todas las dificultades. Para gritarle a nuestros enemigos: ¡Basta de injusticias, los trabajadores del agro misionero se han puesto de pie y no volverán a arrodillarse ante sus explotadores!”.

Esas movilizaciones permitieron ver a los colonos que unidos y movilizados eran una fuerza poderosa. A finales de 1971, el MAM ya era reconocido en todo Misiones como el gremio auténticamente representativo de los pequeños y medianos productores.

Por Pablo Fernández Long, especial para MTH.

Foto:

La marcha del MAM a Posadas, detenida en Candelaria por la policía provincial, el 20 de octubre de 1971. Arriba las fuerzas represoras, abajo los y las militantes del MAM. Foto de archivo de El Territorio.

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