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Camogli, Pablo
Responsable MTH

Dos textos hermosos en torno a la batalla de Candelaria

12 Set. 2017 08:45 Andresito Guacurarí
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Andresito firma recortada

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Documentos claves del pasado misionero

La fuente principal con la que trabajan (trabajamos) los historiadores, son los textos elaborados por los protagonistas en el mismo momento de los acontecimientos. En torno a la batalla de Candelaria, de la que hoy se cumplen 202 años, hay dos documentos que no solo aportan numerosos datos históricos, sino que son piezas de una notable factura comunicacional. Documentos que trascienden lo meramente descriptivo, para convertirse en bellísimos textos sobre una época candente.

 

“Seamos libres y seremos felices”

 

El primero de estos textos, es el que José Artigas le remite al Comandante General de Misiones Andrés Guacurarí y Artigas el 27 de agosto de 1815. Allí le imparte las instrucciones finales para el asalto a Candelaria, el pueblo que hacía de capital del Departamento. Apenas 11 días antes, Artigas le había ordenado a su hijo adoptivo para que “apure usted al Paraguay a ver si dejan libre al pueblo en la Candelaria y ellos repasan el Paraná, que es la línea de demarcación”.

Esta carta de Artigas es interesante, además, porque en ella se habla claramente del Paraná como límite entre Paraguay y Misiones, una solución lógica y práctica para dividir el departamento de Candelaria.

En el oficio del 27 de agosto, Artigas le ratifica el objetivo autonómico, al enfatizar que “en esos pueblos se guardará el mismo orden que en los demás, desterrando de ellos a todos los europeos, y a los administradores que hubieren para que los naturales se gobiernen por sí en los pueblos”.

El cierre de la misiva reitera el tono afectuoso y remarca el sentido profundo de la revolución en marcha: “Seamos libres y seremos felices. Así, exhórtelos usted continuamente a sus paisanos para que no se dejen engañar y propendan a sostener el triunfo de su libertad”. La frase define el alcance del proyecto federal artiguista: la felicidad del pueblo guaraní mediante la conquista de su libertad y el gobierno propio.

No se puede soslayar la semejanza de esta frase con la que estampara José de San Martín en su oficio al ejército de los Andes: “Seamos libres y lo demás no importa nada”.

 

“El derecho es el ídolo y el objeto de los hombres libres”

 

Antes de emprender el asalto sobre Candelaria, Guacurarí le remitió al jefe rival, José Isasi, un oficio que revela tanto sus cualidades de líder popular como su profundo despliegue ideológico a la hora de justificar sus acciones. El texto, que evidentemente fue redactado en conjunto con el cura José Acevedo, es una de las fuentes principales para adentrarse en el imaginario político de aquel pueblo guaraní misionero movilizado en el marco de la revolución y la independencia. El texto es breve, pero contundente, y por eso lo citamos en su totalidad:

 

“El derecho es el ídolo y objeto de los hombres libres por quien se ven empapados en su propia sangre, me ha obligado, solicitando ellos nuestra protección, a molestar a usted el que se venga con nosotros o deje ese departamento al goce de sus derechos, repasando usted el Paraná con toda su guarnición, sin el armamento que obtienen esos terrenos para su defensa, esto hago como verdadero americano y hermanos que somos, [para] evitar todo derramamiento de sangre entre nosotros; porque los pueblos conociendo sus derechos elevan sus quejas al protector de la liberalidad, y nosotros no haremos más que proteger la inocencia, pues se hallan inaptos para la defensa; el departamento de Candelaria nadie ha reconocido por frontera de la república, y mucho menos después que sus habitantes desengañados buscan nuestro amparo: al otro lado del Paraná es la frontera de la provincia republicana, desde donde debemos conservar una verdadera armonía y quietud entre las provincias hermanas: espero a la mayor brevedad respuesta de esto, porque mis tropas se aproximan a posesionarse esos territorios”.

 

El resto de la historia es más conocida. El 12 de septiembre de 1815, las fuerzas comandadas por Acevedo y el comandante Miño asaltaron el pueblo, en donde los paraguayos se fortificaron y resistieron durante más de tres horas hasta que se quedaron sin municiones. Al finalizar la tarde, Candelaria, la capital histórica de Misiones, volvía a manos de sus verdaderos dueños: los guaraníes.

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