El Museo Juan Szychowski
Recuerdos de la inmigración y la producción misionera.
Dicen que cuando una puerta se cierra, se abren diez más...es una frase muy usada a la hora de hablar de nuevos comienzos. Así fue el que ocurrió hace más de 100 años atrás, cuando a estas tierras Sudamericanas llegó un contingente de inmigrantes europeos. Cansados de la guerra y la puja de poderes, sintieron que nuestra "tierra sin mal" sería un verdadero paraíso.
El sur de la provincia de Misiones fue elegido para los primeros asentamientos y Apóstoles la "cuna" que los vio volver a nacer. Polacos, ucranianos y un solo italiano, eran 14 familias para las que nada fue "color de rosas" sino, más bien, que la tuvieron que remar mucho para poder de a poco ir cumpliendo sueños.
Y si de luchar por lo que se sueña se trata, debe aparecer siempre la figura de Juan Szychowski, gran pionero y visionario, forjó cada una de sus ideas y las hizo realidad, convirtiendo a un deseo en una empresa de renombre internacional y una de las plantas industriales yerbateras más reconocidas. Don Juan llegó con 11 años de edad, desde su Polonia natal, en 1913. Aquí se casó con Bronislada Kruchowski, con quien tuvieron ocho hijos.
Luego de un tiempo, el lugar que lo vio crecer se convirtió en el establecimiento "La Cachuera S.A". Dicho nombre es derivado del portugués "Cachoeira", que hace alusión a la palabra "cascada", refiriéndose a la del arroyo Chimiray, que en este lugar generó la fuerza a través de un sistema de represa, fuente de energía, dando origen al funcionamiento de la maquinaria para la producción de arroz y maíz, primeramente.
Don Juan era un genio por naturaleza, con gran sentido de pertenencia y mucha capacidad intelectual. Pudo construir con sus propias manos todo lo que actualmente se muestra en el Museo que lleva su nombre y fuera inaugurado en 1997. En él se puede apreciar todo su ingenio, a lo largo de cinco sectores diferentes, interactuando con espacios cerrados y al aire libre, además de otra dependencia de proyecciones audiovisuales y un free shop perfectamente adaptados y ornamentados para que todos los que visiten el lugar se lleven lo mejor de la historia de la inmigración en Apóstoles. Durante el recorrido, que es auto guiado con audios que van explicando lo expuesto, se pueden ver los diferentes estilos de carros de la época, también una reliquia familiar muy fuerte a los sentimientos más puros de un ser humano, una cuna de hierro, hecha para su primera hija, que luego pasó de generación en generación.
La joya del paseo es ver el torno, que ha sido la obra maestra de Don Juan, otro sector de los primeros envases y recuerdos variados, el sector externo posee mucho verde, ver la cascada, y atravesar un puente con las aguas del arroyo a ambas márgenes, es muy gratificante ver todo el sistema de molienda funcionando, esas zarandas que se mueven al ritmo de aquella enorme construcción hecha en madera, que supo permanecer intacta en el tiempo. Luego la proyección de vídeos que nos hacen una presentación de la empresa y nos llevan un poco a un viaje imaginario donde logramos entender sobre el sacrificio y la cultura del trabajo y finalmente la degustación de productos "Amanda", que es la marca del lugar.
Un paseo que nos deja pensando en lo mucho que significa cada minuto, cada segundo de vida, llegar aquí te reconforta el alma y te hace sentir que cada instante merece ser vivido con la misma intensidad con la que Don Juan creaba. Todos deberíamos ser un poquito Don Juan Szychowski en la actualidad y construir un futuro mejor para las generaciones venideras que tanto nos necesitan. Porque donde se cierra una puerta se abren diez puertas más. Y si queremos, se abren diez ventanas también.
Por Avelina Vizcaychipi, especial para MTH.