Matías Abucú, el granadero de Andresito
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La reconstrucción del proceso revolucionario y emancipador en Misiones se ha centrado, en los últimos años, en la figura de Andrés Guacurarí, indiscutido líder del pueblo guaraní en armas. Si bien esta preponderancia por el estudio, la difusión y el reconocimiento hacia Andresito se justifican por el estado embrionario en que se encuentra el rescate de aquel pasado, también resulta oportuno avanzar sobre otros personajes de la gesta libertaria. Esto, por un doble motivo. Primero, por una cuestión metodológica básica, la historia es obra de los hombres (y mujeres, obvio) y no de un hombre en solitario, por más trascendente que sea su obra. Segundo, porque el rescate de las trayectorias de vida de quienes acompañaron a Andresito sirven para contextualizar el proceso en estudio y, en última instancia, aportar nuevos elementos para la propia vida de nuestro máximo prócer provincial.
Es en este marco que pretendemos reseñar la vida de un personaje de gran importancia para la Misiones revolucionaria del siglo XIX, la del comandante Matías Abucú. Tan trascendente como desconocido, Abucú fue protagonista de toda la década de 1810, durante la cual desempeñó diversas tareas como jefe de las milicias misioneras.
Del origen a San Martín
Nacido en el pueblo de Apóstoles, Abucú se transformó en una personalidad importante desde antes del estallido revolucionario, ya que integró el Cabildo de 1804 como Regidor Primero, lo que demuestra su ascendiente en la zona. Al producirse las novedades de la destitución del virrey Cisneros y de la conformación de la Junta, Misiones se constituyó en la primera provincia del Río de la Plata en reconocer al nuevo gobierno y en plegarse al movimiento. Esto colocó al territorio provincial en una situación de inestabilidad política y agitación social.
Una de las primeras medidas en el ámbito local fue la conformación y organización de las milicias locales, las mismas que habían sido menospreciadas por Manuel Belgrano y que, en breve, demostrarían toda su valía en lucha contra los paraguayos, los lusobrasileños y los directoriales. En los departamentos que aún permanecían en manos misioneras (Concepción y Yapeyú), se pusieron en marcha la movilización de los nativos para la defensa de la revolución.
En el primero de estos departamentos, se aglutinaron unos 300 “naturales que solos y a su propio costo desean acreditar su patriotismo”, tal la información del subdelegado Celedonio del Castillo. Este contingente, integrado por Abucú y por el corregidor de Concepción, Ignacio Mbaibé, entre otros, tenía una absoluta carencia de armas y recursos, por lo que del Castillo se vio obligado a mantenerlo con un número reducido de miembros, pese al fervor con que los guaraníes pretendían sostener la lucha.
En 1812 la llegada de un grupo de oficiales desde Europa, favoreció la reanudación de las actividades bélicas, luego del retroceso y la serie de acuerdos asignados por el Primer Triunvirato. Uno de estos oficiales era el misionero José de San Martín, a quien se le encomendó la conformación de un regimiento de caballería. El flamante cuerpo sería integrado por los hijos del país, para lo cual se convocó a las provincias a aportar hombres. En el caso de Misiones, San Martín solicitó 300 “de sus connaturales” para ser incorporados al regimiento.
El 30 de enero de 1813 el contingente, finalmente integrado por 283 nativos, partió desde San José rumbo a Buenos Aires. Era conducido por el capitán Antonio Morales, por el teniente Abucú y los alféreces Miguel Aybí, Andrés Guayaré y Juan de Dios Abayá. En el mes de mayo arribaron a la capital, en donde tuvieron “…el honor de conocer a Vuestra Señoría (por San Martín) y saber que es nuestro paisano”. Los cinco conductores permanecieron hasta noviembre en Buenos Aires, para regresar a la provincia luego de haber recibido, como recompensa por su misión, el uniforme de Granadero.
En la lucha revolucionaria
Cuando en 1815 Andrés Guacurarí y Artigas es designado Comandante General de las Misiones, el pueblo guaraní se movilizó en masa para ponerse al servicio del jefe que los llevaría a escribir una de las páginas más fantásticas de nuestra historia. Entre ellos, obviamente, se encontraba Abucú, que tendrá destacada actuación en el principal hecho de armas de la época: la batalla de Apóstoles del 2 de julio de 1817.
En aquella victoria misionera frente a los invasores portugueses, el capitán Abucú, en defensa de su terruño natal, habría vestido el uniforme de Granadero a Caballo que le regalara San Martín años antes.
Luego de esta acción, Abucú continuará al servicio de Andresito y, con posterioridad a su caída, lo hará a las órdenes de José Artigas. De hecho, Abucú conducirá un cuerpo de dragones en el período de disputa entre Artigas y Francisco Ramírez, en donde los misioneros se dividirán entre los que se mantengan fieles al Protector de los Pueblos Libres y aquellos que se sumen al Supremo Entrerriano. Abucú, junto a sus dragones, permanecerán junto a Artigas hasta la derrota de éste en la batalla de Asunción del Cambay (15 de agosto de 1820) y su posterior exilio al Paraguay.
Fuentes:
Camogli, Pablo, Andresito. Historia de un pueblo en armas, Aguilar, Buenos Aires, 2006.
Machón, Jorge, “Un oficial misionero guaraní: Matías Abucú”, en 20° Encuentro de Geohistoria Regional, Resistencia, 2000.
Machón, Jorge y Cantero, Daniel, Andrés Guacurarí y Artigas, Misiones, edición de los autores, 2006.
Imagen: Escultura de Enrique "Kike" Yorg