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Levinton, Norberto
Columnista MTH

Nuestra Señora de Loreto y los restos de Montoya

4 Junio 2024 08:19 Misiones Jesuíticas
Jesuitas
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Croquis del pueblo de Loreto

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El vínculo entre el pueblo misionero y el célebre jesuita.

Antonio Ruiz de Montoya nació el 13 de junio de 1585 y murió el 11 de abril de 1652. Del noviciado en su ciudad natal, Lima, pasó a la Provincia del Paraguay con el Padre Diego de Torres Bollo. Además de su actuación como misionero fue Superior de las reducciones y estuvo desde 1638 hasta 1643 en Madrid realizando importantes tratativas para los indios misioneros. Entre ellas la entrega de armas por parte de la Corona. También aprovechó para publicar la “Conquista espiritual Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape”, una suerte de diario de las experiencias misionales[1].

Ruíz de Montoya llegó a principios de 1612 a la zona del Guayra donde estaban ya fundadas las reducciones de Nuestra Señora de Loreto y San Ignacio.

Habían sido iniciadas dos años antes por los Padres José Cataldino y Simón Mascetta sobre el río Paranapanema. Debido a los ataques de los bandeirantes el pueblo debió ser trasladado a la zona del arroyo Yabebirí en 1631. Pero recién en 1686 ocupó el lugar definitivo en el cual hoy se encuentran sus ruinas.

El Padre Antonio Ruiz de Montoya tuvo una gran simbiósis con el pueblo. En la antigua localización del asentamiento en el Guayra hizo su profesión de tres votos. Trajo desde Buenos Aires, suponemos que venía desde Loreto [Italia], la imagen de Nuestra Señora de Loreto para dedicarle el pueblo y ubicarla en el altar de la iglesia. Los restos del jesuita, que fueron traídos de Lima por los propios indios de la reducción en 1653, tuvieron su lugar de descanso provisorio en la sacristía de la iglesia. Las sacristías solo contaban con 14 varas de largo. Como los habitantes del pueblo pasaban cotidianamente a hacerle promesas los jesuitas  decidieron que se ubicaran los restos dentro de la iglesia.

Esa presencia influyó sobre varias cuestiones atinentes al edificio del templo. La Casa de Dios tenía 75 varas de largo por 30 varas de ancho, o sea más o menos 62,5 metros por 25 metros.

En determinado momento recrudeció el proceso de debilitamiento estructural que venía sufriendo la media naranja que había sido construida por el Hermano Coadjutor José Brasanelli[2], se enviaría primeramente a un sacerdote con conocimientos específicos para ver cómo solucionar el problema[3]. La magnitud de los defectos técnicos haría necesaria una reparación de gran magnitud de la estructura de la iglesia. En 1747 el Padre Provincial Manuel Querini [4]ordenó: “ya es tiempo de que se empiece la composición de la iglesia para lo cual se enviará a sus tiempos a cortar horcones, tirantes, soleras y la madera necesaria. La iglesia se compondrá al modo que está la de la Candelaria quitando la media naranja que suele ser una continua gotera. Si se hallaran horcones de la altura de la iglesia no será menester bajar las paredes, si no se hallaran se bajaran las paredes conforme fuera el ser de los horcones y porque la causa principal de haberse ladeado los horcones ha sido el no tener tirantes que los sujeten y aten, esta falta se remediará en la iglesia nueva. Por eso antes que se ponga mano en la fábrica de la iglesia es menester que se haga un dibujo para que los indios vean en él la manera en que han de componer su iglesia”.

Y más abajo agregó: “para que se pueda trabajar en la iglesia sin que esto sea de embarazo a los indios para acudir a la misa y a la coronación de H. Sa., se compondrá primero la mitad de la iglesia que mira a la plaza haciendo algún atajadizo que lo demás de la iglesia se mudará el altar allí para que se pueda trabajar en la parte que corresponde al altar o presbiterio”. Este último párrafo del Memorial hace evidente lo hallado entre las ruinas. Un muro que se detectó fue descripto por Maggi e interpretado por él como parte de “un tosco altar provisorio”[5]. También Pini y Carugo destacarían los restos de esta construcción definiéndola como “una gruesa pared de piedra a 37 metros de la entrada (casi en la mitad)”.[6]

Medía 9 metros de longitud y adoptaba la forma de una “u” con los brazos dirigidos hacia el fondo. Además el muro tenía 2 metros de ancho pero el hecho constructivo sugería a estos historiadores misioneros que se trataba de un altar y no de una estructura de soporte para la media naranja. Ciertamente, en los comienzos del siglo XVIII, los muros de piedra todavía se utilizaban como aparejos de relleno o sostenían elementos de escaso compromiso estructural debido a la falta de cal. Lo más importante para nosotros es que en la misma línea del altar provisorio se dispuso una construcción exterior arrimada a la pared perimetral. Ella parecería abrirse hacia dentro de la iglesia.

Lo importante es que, desde nuestro punto de vista, podría ser una capilla dedicada a Ruíz de Montoya. Seguramente se buscó facilitar la relación de los indios con los restos del jesuita. La duda proviene de la falta de documentación pero fundamentalmente de las normativas canónicas. Montoya no había sido santificado y tampoco era un beato como Roque González de Santa Cruz. ¿Se permitió igual alguna forma de culto? Tenemos claro que esta construcción no era el baptisterio. Según los inventarios éste habría medido 8 varas de largo y 5 de ancho. Tampoco era parte del campanario ya que el mismo se encontraba del otro lado. De lo que estamos convencidos es que el Memorial del Padre Querini confirma claramente la función del muro central como altar provisorio. Por lo tanto, una vez asegurados con tirantes los horcones que sostenían a la media naranja, se volvería a habilitar toda la iglesia. En este momento se habría retirado el altar provisorio. Pero la supuesta capilla fue el nuevo sitial provisorio de los restos del jesuita.

El caso es que no se ha podido determinar cuál fue el destino final de los restos de Montoya una vez que fuera expulsada la Orden religiosa. No se sabe si el jesuita fue enterrado en el cementerio del pueblo o si sus restos se guardaron en alguna cripta.

Por Dr. Norberto Levinton, especial para MTH.

[1] En Storni, Hugo, SJ (1984) “Antonio Ruiz de Montoya”. Archivum Historicum Soc. Iesu. Vol. LIII. Roma.

[2] José Brasanelli nació en Milán en 1658. Llegó en 1691 a Bs. As. y falleció en Santa Ana en 1728.

[3] Según el Padre Oliver en ARSI, Paraq 23  se le encargarían varias obras al Padre Angel Camilo Petragrassa (1656-1729) .

[4] AGN, Sala IX, 6-10-1. (Memorial de 1749)

[5] Maggi, A. Gustavo (1981). “Estado actual de los Conjuntos jesuíticos en Misiones”. Posadas, Dirección de Cultura, 1981.

[6] Pini, Jorge / Carugo, Esteban (1975). “Las ruinas de la reducción de Nuestra Señora de Loreto”. Posadas, UNAM.

 

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