La empresa Domingo Barthe
El entramado empresarial del hombre más influyente de Posadas.
A fines del siglo XIX, la ciudad de Posadas era un importante centro de intercambio regional, excepcionalmente favorecida por la ruta fluvial y la convergencia de una extensa red de caminos y picadas potenciada por la llegada del ferrocarril, en 1911, que comunicaba con los principales centros urbanos de la Argentina y vinculaba un tráfico portuario que abarcaba el espacio regional del Alto Paraná. El puerto de la ciudad irradió una influencia que estimuló tempranamente la actividad de los empresarios allí asentados en la apertura del espacio económico del frente extractivo desde finales de la Guerra de la Triple Alianza, debido a que la posesión de obrajes diseminados en ambas márgenes del río Paraná promovió el uso del trasporte fluvial.
Una vez radicado en Posadas, Domingo Barthe consolidó aún más su posición empresarial e incrementó su patrimonio y prestigio social en la comunidad que lo catapultaron a la escena pública donde también logró socios de relevancia que le permitieron incrementar sus bienes y negocios. La suma de todo ese patrimonio rivalizó con otras empresas poderosas dedicadas al comercio y la extracción de yerba mate silvestre, como la Compañías López & Santiago, Núñez y Gibaja, Matte Larangeira-Mendes de Brasil y la Industrial Paraguaya; ésta última originalmente conformada con capitales paraguayos y argentinos de la empresa Uribe y Cia, de la que Domingo Barthe sería arrendatario en Tacurú Pucú, hasta el año 1898.
En una entrevista que tuvo lugar en el domicilio del empresario, por entonces situado en las calles Félix de Azara y Sarmiento, de la ciudad de Posadas y que fuera realizada por el periodista francés Jules Huret (1911:321-322), el reportero dejó una descripción física de las impresiones que tuvo en ese encuentro: “un hombre de unos cincuenta y cinco años, ágil, de rostro enjuto, tez encarnada y de mirada clara y viva” que “al mismo tiempo [era] comerciante, industrial, armador, naviero y banquero”. En la conversación –que probablemente transcurrió en lengua francesa dada la procedencia de ambos–, el entrevistado afirmaba residir habitualmente en Posadas, desde donde llevaba adelante la organización de sus negocios. Ese encuentro, hizo posible contar con la versión narrada por el mismísimo “Sr. Dominique Barthe” quien afirmaba, en 1877, haberse instalado en Posadas, luego de haber llegado primero a Buenos Aires “sin fortuna, procedente de la región vasco-francesa, donde era un simple obrero” y tras algunos años de buenos negocios, acabó “poseyendo hoy [en 1911] 35 Millones defrancos […] teniendo en el Brasil y Paraguay 750.000 hectáreas de tierra, de la cual una parte importante produce yerba mate” (Huret, 1911:321).
El relato contaba muy superficialmente la llegada al país e incluso omitía su paso previo por el Paraguay. Sin embargo, afirmaba que era sólo un niño de doce años cuando “llegó a la Argentina con un pariente, procedente de Bayona y sin un céntimo. Permaneció tres años en casa de una de sus hermanas [hasta que] a los quince años entró como empleado en la tienda de un vendedor de [yerba] mate con [un sueldo de] 80 francos por mes” de cuya labor le daría los primeros años de entrenamiento necesarios para comprender la magnitud del comercio yerbatero en el país (Huret, 1911:321).
En 1874 –el posible año de su boda– habría decidido probar suerte por cuenta propia a la edad de 21 años y con algunos ahorros compró arrobas de yerba mate y tabaco para revenderlos a un mayor precio en Buenos Aires. Esos negocios le proporcionaron a los pocos años un capital inicial de “20.000 francos que fue el origen de su fortuna”. Al poco tiempo “hizo el tráfico de cueros, de tabaco, de madera, desde Buenos Aires a Posadas y viceversa y a la edad de 26 años –posiblemente en 1879–, a dos años de haber llegado a Posadas, “compró 5.000 hectáreas donde metió 2.000 vacas. Las 5.000 hectáreas se convirtieron en 50.000 y sus ganados aumentaron de igual modo” y a los 35 años –en 1888– habría comprado 225.000 hectáreas en Paraguay – al parecer en circunstancias de dudosa legalidad– las cuales siguieron sumándose a su ya cuantioso patrimonio (Huret, 1911:321).
Al finalizar la conversación, el periodista resaltaba la fuerza del capitalismo francés y exaltaba a Domingo Barthe como un claro exponente del fervor nacionalista por que rehusó la venta de todas sus propiedades por la suma de veinticinco millones de francos que le fuera ofrecida por una Compañía inglesa por la totalidad de sus bienes. La mayor ponderación de Huret sin embargo estaba en que un hombre prácticamente sin recursos había logrado la creación de todo un arsenal de construcciones navales y un servicio de navegación fluvial por el cual “se alaba de no haber tomado préstamo ni de bancos, ni de particulares” y a la vez era el empresario más poderoso con residencia permanente en Misiones cuya mayor parte de bienes, inmuebles y obrajes se encontraban dispersos en diferentes puntos del Paraguay, Brasil e importantes ciudades argentinas como Buenos Aires y Rosario que reflejaban los circuitos económicos que construyó, los cuales traspasaban el ámbito donde cotidianamente desenvolvía su vida.
Las compañías de navegación con astilleros propios –como la Cía. de Domingo Barthe– contaban con ventajas competitivas que les permitieron imponer altos fletes en el transporte de productos a terceros y asegurarse de esa manera el control de la ruta fluvial y el flujo de mercancías y de peones a los obrajes. Un aspecto curioso de su empresa de navegación fluvial era que muchos de sus barcos –que juntos sumaban un total de veinticinco– llevaban por nombre las iniciales de sus hijos; tal fue el caso de los vapores de carga “Emilio B”, “Rodolfo B”, los remolcadores “Elena B” y “Anibal B”, que hacían la línea Posadas-Buenos Aires en el transporte de pasajeros y en el de cargas eran el “Anita B” y el otro que hacia el mismo trayecto llevaba las iniciales del nombre de su esposa, el “Dolores B”. Estos dos últimos eran de “lujo” y no remontaban hasta el Alto Paraná. De igual modo, bautizaba con los nombres de sus hijos las poblaciones que surgían en sus propiedades, algunas de ellas fueron “Puerto Adela”, “San Rafael” y las zonas con acceso al río Alto Paraná donde arribaban los vapores que llevaban las improntas de los nombres de sus hijos como el “Adela B”, el “Edelira B” y “Elisa B”, entre otros. También sus barcos llevaban nombres de accidentes naturales, como el vapor “Tembey” cuyo nombre hacía alusión a un importante arroyo con una bella cascada que atravesaba su más importante propiedad en el Paraguay compuesta de unas 412 leguas cuadradas, la “chata Misiones” que refería al Territorio Nacional donde residía, o el “Humaitá” que entre otros de sus barcos rememoraban sitios correspondientes a la historia reciente del Paraguay. Otros barcos de su flota fueron el “Formosa”, el “Humaitá” ambos destinados al transporte de pasajeros, mientras que de carga pueden nombrarse al “Misiones”, “Pirapitá”, “Posadeña”, “Brasil”, “Tembey”, “Esperanza”, entre otros. Los vapores hacían carrera en los ríos Paraná y Paraguay, flota que fue aumentada luego con nuevos vapores que fueron construidos a pedido suyo en Inglaterra (Para más datos véase: Monte Domecq, Enciclopedia del Paraguay, 1913: 49-50).
Por Dr. Alberto Alcaraz, especial para MTH.
Para más datos véase:
ALCARAZ, Alberto Daniel. (2019). La empresa Domingo Barthe: Extractivismo yerbatero-maderero en la frontera Alto Paranaense (1870- 1930). Disponible en: https://www.prometeoeditorial.com/busqueda/QWxjYXLDoXosIEFsYmVydG8gRGFuaWVs
Fuentes:
HURET, Jules. (1911). De Buenos Aires al Gran Chaco.
MONTE DOMECQ, (1913) Enciclopedia del Paraguay. El Paraguay su presente y su futuro.