La galopa misionera, características diferenciales
Un ritmo dotado de estilos propios y locales
La galopa regional misionera es un desprendimiento del género polkístico que fue tomando en este lugar del mundo ciertas características que la diferencian y la distinguen. El paisaje y el entramado sociocultural multiétnico misionero le otorgaron matices propios y distintivos. Así, la velocidad de ejecución de la galopa es más vivaz, con mayor policromía tonal, con modulaciones entre tonos menores y tonos mayores e incorporando acordes aumentados y disminuidos que le dan a este ritmo nativista una versatilidad armónica enriquecida. Otra característica propia se observa en las galopas con letra, cuyos fraseos melódicos son variados, adaptados al discurso literario.
Y es precisamente en este aspecto, el literario, en donde se dan las más notables diferencias, ya que desde la edad fundacional de nuestro nativismo los creadores de canciones le otorgaron una importancia central al mensaje de las letras, recurriendo incluso, a la colaboración de poetas y escritores para completar sus obras. Así, nuestro ritmo fue insertándose en un contexto de canciones argentinas y latinoamericanas de la época, cobrando un compromiso con la realidad humana consustanciada con su paisaje y su historia. Entonces, a pesar de haber surgido de un ambiente rural, la galopa regional misionera fue instalándose como una música para teatros, salones y festivales, mientras que sus letras fueron integradas a contenidos académicos y educativos.
“Misiones del mensú, del obrajero, del barbacuá, de la ponchada y el reviro. Misiones que canta y brama en su madera nacida en la sangre seca de su tierra brava. Y allí, la GALOPA REGIONAL, allí vi nacer un día salpicando las cuerdas de la guitarra con sabor de hachazo y perfume de orquídea en un solo haz sonoro, enraizada en su ancestro guaraní.
Y la galopa se incorpora así al folklore del país con perfiles propios: ritmo definido, ternura melódica engarzada en la altivez natural del predio indiano. Y mancha la tierra, grávida de historia pretérita y fabuloso porvenir. Y la galopa regional en su diana triunfal sobre caminos ardientes, el terso y callado andar del río, las copas gigantes, las serranías de celeste imposible, el Iguazú ciclópeo...la galopa regional, de misiones ha nacido de su propia vibración y por eso será siempre la más terminante expresión de su totalidad telúrica…”(Lucas Braulio Areco, Revista Cultura, 1962)
También la textura sonora le da características propias a nuestra galopa actual. Si bien para el canto solista, de dúos o grupos vocales, los instrumentos armónicos de base principales son la guitarra y el piano, como sonido de orquesta fueron incorporados el bandoneón, el acordeón, los violines, el contrabajo y la flauta traversa o instrumentos electrónicos como el órgano, el bajo y la guitarra eléctrica. También es dable señalar que en algunas producciones más recientes fueron incorporados instrumentos de viento y de percusión propios del acervo de la música étnica.
“La galopa misionera es de movimiento “allegro”, su velocidad de ejecución de 120 péndulos de metrónomo por minuto. Se escribe en compás de 6/8, consta de una introducción que generalmente no lleva ritmo, es sólo un juego de armonías, de colores melódicos y tonalidades que le dan grandiosidad al comienzo del tema, una primera y una segunda parte. Estas partes pueden ser desiguales en cuanto a la cantidad de compases y pueden estar en tonos menores o mayores, según el estilo de cada compositor. En las músicas guaraníes del litoral argentino y del Paraguay, la ligadura de prolongación de compás a compás es fundamental; sin embargo en la galopa misionera estas ligaduras no son frecuentes ni características. Por lo tanto este ritmo tiene otro acento, otra escritura, otro color musical y también otra interpretación…”(Ricardo Ojeda, Estudio técnico de Ritmos Tradicionales de Misiones, 1995).
Por Karoso Zuetta, especial para MTH.